La imagen de Claudia
Claudia Sheinbaum se ha convertido en una las figuras políticas más populares de este país, no sólo por la gran “inversión” que le han hecho sobre su imagen, sino también por las tragedias y errores en su gobierno.
Ella misma ha reconocido que las condiciones políticas la han colocado en la palestra para ser un fuerte contendiente por la candidatura de su partido para suceder a su principal mentor, el presidente de México.
Al inicio de su gobierno tomaba decisiones sensatas llegando inclusive a criticar las medidas tomadas por el subsecretario Hugo López Gatell, respecto a la forma en cómo se estaba manejando la pandemia del covid y el semáforo epidemiológico.
Pero a partir de que el dedo bendito y el destapador presidencial la señalaron como la buena, todo cambió; cambió su forma de andar y hablar; Claudia se convirtió en una burda copia de su líder; comenzó a trasladarse en un Tsuru blanco, a comer tacos en fondas, a repartir tortas en mítines y hasta comenzó a repetir las mismas frases populistas de su jefe.
El presidente decidió adelantar su sucesión y había que poner toda la carne al asador. Su gobierno decidió invertir más en Servicios de Publicidad y Comunicación Política que en rubros de mayor sensibilidad social como la atención integral a víctimas o apoyo a mujeres en situación de violencia de género.
Contrató como su asesor político de imagen a Antoni Gutiérrez Rubí, quien asesoró la campaña electoral del hoy Presidente de Colombia Gustavo Petro. Se colocaron espectaculares y se pintaron bardas con su nombre por todo del país, inundó las redes sociales con lindos videos bailando y tocando la guitarra en tik tok, comenzó hacer giras por los estados hablando de las exitosas políticas públicas de su gobierno.
Se había ganado la admiración de muchos y la envidia de otros, hasta que las consecuencias de sus actos proselitistas le estallaron en la cara con el choque de la línea 3 del metro. Hoy, Claudia y sus asesores ya no saben que inventar para salir de la crisis de su imagen en la que han caído.
Su espejo le aconseja que busque e invente culpables, que diga que todo es una propaganda de los conservadores en su contra. Lo que antes conocimos como complot, ahora se llama sabotaje. A decidido utilizar a la Guardia Nacional y a los Granaderos no para combatir el crimen organizado de su ciudad, sino para detener a ciudadanos que atentan contra las vías de comunicación en el metro o contra sus adversarios políticos que imprimen panfletos que dañan su imagen.
Se ha enganchado en un pleito con la alcaldesa que le arrebató la Delegación Cuauhtémoc, Sandra Cuevas. Parece que ignora que en política, la pueden estar utilizando o que el fuego que está destrozando su imagen puede estar viniendo de las propias filas de su partido.
Lo cierto es que por aumentar su popularidad electoral, está descuidando su imagen como política capaz de gobernar una ciudad altamente demandante.
Claudia como muchos políticos mexicanos, no ha entendido que la mejor imagen que pueden proyectar para ganarse la confianza de los electores, es ponerse a trabajar para resolver los problemas de la ciudad de México.